6 de septiembre de 2013

Estamos criando vagos?



Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de “sus traumas”. No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo. Hay que darles su 'semana' o mesada, de la que se quejan a diario porque -'eso no me alcanza'-. Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo, cayéndose de borrachos o habiendo fumado un churro de marihuana.

Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que conforman a la ya tristemente célebre Generación de los NINI’S, que ni estudian ni trabajan, ó estudian y trabajan con todo el pesar.

¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que nosotros mismos “elaboramos un discurso” que no dio resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'. Usted por qué tiene lo que tiene…? Pues porque le costó su esfuerzo… muchos sacrificios, y así es que aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres al ”ver y compartir” su esfuerzo, en lugar de “ocultarlo” y aparentar que todo es “color de rosa” en la vida. Sin embargo, nosotros acostumbramos a nuestros hijos a recibir todo por obligación.

Nuestros hijos nunca han conocido la escasez en su exacta dimensión, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya han ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre son generosamente complacidos y ellos se han convertido en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, Equipo de sonido, Internet y comer en la cama, Recogerle el reguero que dejan por que siempre se les hace tarde para salir, etc…) y luego pretendemos que nuestra casa sea un hogar… o exigimos o preguntamos, por que nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, ya que cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar.

Quien les suministró todo eso a nuestros hijos…NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN. Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar
divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos… a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Víktor Frankl dice que “lo que hace falta es educar en el amor al trabajo (creativo)”. La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta des-información para salirse con la suya; ya que ahora los patos le tiran a las escopetas, pues ahora somos padres ignorantes con hijos informados –mal- pero con información al cabo. Será cierto que:

“Somos la generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos...?”

Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas maestros, y en un medio ambiente cada vez más deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales. NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR.

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